El avance de las energías renovables en el mundo es indetenible. Ya no es “el futuro”, como se decía hace unos años, sino que con decisión e inversión es el presente para la generación de electricidad en cualquier ámbito que uno quiera. La arquitectura sostenible es una nueva rama dentro de esa especialidad. La demanda de edificios y construcciones amigables con el medio ambiente, no contaminantes y que incluso generen recursos es una de las consecuencias de la utilización de las energías renovables. Un gran ejemplo de esto es el gigantesco Estadio Nacional de Kaoshing, en Taiwán, que funciona 100% con energía solar.
Cómo es la estructura
El estadio es un diseño del arquitecto japonés Toyo Ito. La capacidad total es de 55 mil espectadores y el coste de su construcción fue de 150 millones de dólares. Además de su funcionalidad, el estadio sorprende por su estética: tiene forma de óvalo y se parece a un dragón que emerge desde la tierra por el lado derecho de la entrada principal hasta rodear el césped.
La innovación en materia de utilización de la energía se puede observar en el techo y sus paredes laterales exteriores. Allí están instalados 8.884 paneles solares que proporcionan la electricidad necesaria para el funcionamiento de absolutamente todo el recinto.
En total, cubren una superficie de 14.155 m2 capaz de iluminar 3.300 luces en el estadio y dos pantallas jumbo que se encienden por completo en tan sólo seis minutos.
Pero eso no es todo. Esos paneles solares generan tanta energía que sobrepasan ampliamente las necesidades del estadio. Entonces, todo el excedente se redirige a través del sistema eléctrico hacia el barrio donde se encuentra el predio deportivo. Los días en los que no es necesario iluminar de manera artificial la pista, la energía producida por el Estadio Nacional de Kaoshing cubre el 80 por ciento de los requerimientos energéticos de la zona.
¿Cuál es el impacto positivo de esa energía generada? Gracias a este sistema de energía renovable se evitan liberar a la atmósfera 660 toneladas de carbono al año, que sería la contaminación generada si se utilizaran combustibles fósiles.
Modelo de sustentabilidad
El Estadio Nacional de Kaoshing es un ícono de la arquitectura sustentable, no solamente por sus paneles solares, sino por los muchos detalles de diseño ecoamigable que tiene en su construcción.
Las áreas verdes son uno de los aspectos prioritarios del proyecto. La construcción abarca 19 hectáreas, entre las cuales hay siete destinadas a áreas verdes públicas con senderos para bicicletas. También existe un bosque artificial en la parte posterior del estadio, parques y hasta un estanque ecológico.
El arquitecto japonés Toyo Ito utilizó solamente materiales locales para construir el estadio. De esta manera, evitó la contaminación generada por el transporte. Incluso, toda la vegetación que había en el lugar antes de la llegada del estadio fue trasplantada antes de preparar el terreno para la obra, para así evitar la pérdida de especies.
Por todo ello, el estadio Kaoshing se erige como un modelo de sustentabilidad, digno de ser imitado por futuras construcciones alrededor del mundo.
La energía china, una moneda de dos caras
El Estadio Nacional de Kaoshing es una muestra de la capacidad de China para generar políticas que promueven el desarrollo de energías renovables. Dejando de lado las disputas políticas entre la República Popular China y Taiwán, es innegable la influencia del gigante asiático sobre Taiwán. Sin embargo, a pesar de que es un país líder en el mundo en este sentido, China también tiene otro costado totalmente opuesto. Nunca pudo cumplir con lo firmado en el Acuerdo de París contra la contaminación. Jamás alcanzó los objetivos de reducción de gases contaminantes emitidos hacia la atmósfera. Esto lo transforma en uno de los países más contaminantes del mundo.
China es el líder en producción de energía renovable. Tiene una capacidad instalada de casi 200 gigavatios. Además, es el mayor productor de turbinas de aire y paneles solares del planeta.
Sin embargo, la energía producida que es de origen renovable no alcanza el 20%. Un informe publicado a finales del año pasado por la World Energy Markets Observatory indicó que la emisión de gases de efecto invernadero se incrementó 2,3%. El aporte chino fue fundamental para que las emisiones globales aumentaran un 2% en 2018. El dato es muy preocupante, ya que en 2017 la suba había sido menor: 1,6 por ciento.
La tendencia del aumento de emisiones absolutas de China sigue creciendo, impulsada por el auge de su capacidad de industrial y su demanda de bienes de consumo en el exterior.
Se estima que el 66% de sus emisiones se explican por su dependencia del carbón para la generación de energía eléctrica.
A pesar de el avance en inversión en energías renovables, y ejemplos de arquitectura sostenible como el Estadio Nacional de Kaoshing, los últimos datos de la Administración Nacional de Energía de China no son alentadores.
China continúa construyendo plantas de carbón. Es más, el país redujo un 39 por ciento la inversión en energías renovables durante el primer semestre del año pasado. Pero además, su capacidad de extracción de carbón aumentó un 6% en 2018.
Estas cifras muestran que, a pesar de genialidades arquitectónicas como el Estadio Nacional de Kaoshing, el gigante asiático todavía tiene mucho camino para recorrer de en el sendero de las energías renovables. Y como es uno de los actores más importantes del planeta junto a la Unión Europea y a Estados Unidos, es necesario que asuma un rol prioritario en cuanto al compromiso con el cuidado del planeta, porque la Tierra es el único que podemos habitar.