Australia es uno de los países más desarrollados del mundo. Ese nivel de desarrollo tiene que ver también con algunos estándares ecológicos más altos del mundo. Sin embargo, no siempre eso alcanza para cuidar del medio ambiente. El desastre ecológico que significan los terribles incendios que azotaron el territorio australiano en los últimos meses muestran que todavía falta mucho trabajo en la prevención de los desastres naturales. Y marca también, como el calor y el sol pueden desatar su furia y hacer estériles los esfuerzos del ser humano por controlarlos.
Sin embargo, algunas veces el desarrollo tecnológico logra canalizar la potencia de la energía solar para mejorar la vida de las personas y, al mismo tiempo, cuidar el ecosistema. Un ejemplo es, justamente en Australia, el primer ferrocarril a energía solar del planeta.
Byron Bay, el lugar ideal para el proyecto
Que este tren se haya puesto en funcionamiento en Australia no sorprende porque este país siempre se posiciona a la vanguardia de la evolución en los medios de transporte que buscan adaptarse al medio que los rodea. En ese marco de conciencia por el cuidado del medio ambiente, hace dos años se inauguró en la tierra de los koalas el primer ferrocarril que funciona 100% gracias a la energía solar.
El ferrocarril en cuestión es el Byron Bay Train. Byron Bay es un exclusivo y lujoso destino turístico situado en la costa este de Australia. La ciudad tiene apenas cinco mil habitantes. Claro que en la época de verano la población se duplica. Esto se debe a la llegada de miles de fanáticos del surf que aprovechan sus paradisíacas playas para practicar este deporte tan arraigado en la cultura oceánica.
Byron Bay se caracteriza por un estilo de vida distendido, Durante el día, parece que los relojes no avanzaran. En pleno contacto con la naturaleza, este enclave australiano es el lugar ideal para el desarrollo del primer tren solar del planeta.
Cómo es el ferrocarril a energía solar
El Byron Bay Train conecta la estación de North Beach, en Sunrise Beach, con la plataforma de Byron Beach, situada junto al cruce a nivel de Shirley Street. De esta manera, uno puede viajar directamente desde la playa hasta la zona residencial. Y viceversa, para salir de tu hogar y dirigirte en un medio de transporte ecoamigable a disfrutar de un buen chapuzón en las cristalinas aguas de la bahía soñada para tus vacaciones.
La formación está compuesta de dos vagones que recorren los tres kilómetros de distancia. El Byron Bay Train tiene capacidad para 100 pasajeros sentados. Además, hay espacio para que puedan viajar personas de pie, ya que durante el verano la demanda de traslados en la ciudad aumenta significativamente.
Por supuesto que el tren también tiene acceso para personas que se movilizan en sillas de ruedas. Y una sala de equipaje para bicicletas, para quienes necesiten seguir viaje una vez que el ferrocarril a energía solar arribe a alguna de sus dos estaciones terminales.
También se puede viajar con cochecitos de bebé y, sobre todo, tablas de surf que se trasladan de forma gratuita para los fanáticos de este deporte.
Cómo funciona el ferrocarril a energía solar
El servicio es gratis para niños de cinco años. Su costo es de dos dólares australianos para pasajeros de hasta 13 años y tres dólares australianos (1,84 euros) para los mayores de edad.
El trayecto que recorre el Byron Bay Train es parte de la línea de 132 kilómetros de largo que unía Casino con Murwillumbah, inaugurada en el lejano 1894. Este tren fue el propulsor del desarrollo de esta parte de Australia. Pero a finales del siglo XX, el ferrocarril perdió su rol ante el avance de los automóviles y cerró en 2004.
Ahora, la empresa Byron Bay Railroad Company restauró los tres kilómetros que unen el más exclusivo barrio de la ciudad con la playa favorita de los surfers para relanzar el antiguo tren. Pero le dio un condimento extra al transporte al convertirse en pionera si de preservación del ambiente hablamos.
Los techos de los vagones del tren, que mantienen el diseño de la década del ’60, con exteriores de una lujosa fina madera y asientos con un tapizado artificial que simula cuero, están recubiertos de paneles solares fotovoltaicos. A través de ellos, se genera la energía necesaria para que el viejo tren diesel recorra los rieles como lo hacía en su época de gloria.
Así, mientras uno viaja sentado y observa por la ventanilla el verde del campo australiano antes de llegar al amarillo de su arena, sentirá que está viajando en el transporte del futuro. Que en realidad, ya es presente, gracias a este ferrocarril a energía solar que muestra el camino hacia un futuro autosustentable en los medios de transporte.